martes, 11 de enero de 2011

Mi diagnóstico

¿Quién no ha querido ser alguna vez un médico eminente, lider de un equipo de diagnóstico médico en un hospital universitario? ¿Quién no ha querido nunca seguir métodos poco ortodoxos para diagnosticar, las terapias alternativas y la racionalidad incondicional que dan como resultado varios conflictos?

Siempre he querido ser una persona carente de empatía y compasión hacia mis pacientes, una práctica que me permite resolver enigmas patológicos.


Gran parte de mi vida se centra en mi uso de Vicodina para controlar mi dolor, derivado de un infarto en un músculo de mi pierna, ocurrido años atrás. He intentado ir a rehabilitación varias veces, pero nada da resultado. La adicción es una de mis similitudes con Sherlock Holmes, quien es adicto a la cocaína.

Suelo mostrar mi ingenio astuto e incisivo de maneras excéntricas. Disfruto separando a las personas y a menudo me burlo de sus debilidades. Precisamente, descifro las historias de la gente basándome en su aspecto o personalidad. Sorprendo con diagnósticos rápidos y acertados, como por ejemplo cuando diagnostiqué a una sala de espera completa en menos de un minuto mientras salia del hospital.



Pero a pesar de todo, mis diagnósticos nunca fallan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario