Hay el oro, la fama, el poder, todo lo tuvo el
hombre que en su día se autoproclamó el rey de
los piratas: Gold Royer.
Mas sus últimas palabras no fueron muy
afortunadas;
"¿Mi tesoro? Lo dejé todo allí, buscadlo si
quereis, ojalá se le atragante al rufián que lo
encuentre".
Y todos los lobos de los siete mares zarparon
rumbo al Grand Line, y así comenzó:
LA GRAN BATIDA
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